2 de noviembre de 2007






(cada vez que pienso escribirlo, o hacerlo, se me ... puf, esfuma. )
pensé en alguien que entra, a una casa vacía, sin más que un piso y dos ventanas, un cubículo. paga la renta, va a pedir una monedas. las invierte en energía, es decir en pan y una naranja . come y va a buscar más monedas. se encuentra una mesa, la lleva a su casa vacía. la lleva, la limpia con su remera. vuelve a la calle, consigue unas monedas más, y compra más comida. la guarda, la corta con sus manos, no tiene nada más que dos monedas, pan y una banana. se tiene a él.
poco tiempo después consigue una silla, un banquito donde poder sentarse junto a la mesa. no combinan, pero las usa igual. come sentado, en su mesa, con esa silla, come la naranja y la banana. otro día consigue algo con qué convertir una estantería, se lo lleva. va a una biblioteca y le dan unos libros, lo vieron con buenas intenciones. come el pan, la banana y lee un libro, está descansando, tranquilo. hizo bien.


construye

lo que no tenía.

y así sucesivamente.

2 comentarios:

jule dijo...

qué bello, cata. muy muy.
una linda visión optimista de las cosas. aunque claro, es ficción. pero en fin. mi abuelo decía que el optimismo iba a salvar el mundo. así que mirá, no es que quiero tirarte responsabilidades encima, pero con este texto estás cerca de tener que rescatarnos a todos.
ja. un chiste pésimo, ¿no? pero bueno, lo que dijo mi abuelo es cierto. y es muy bonito.
nos vemos, nos vemos cuando los parciales se terminen o en pausas estratégicas o cuando puedas. besos

Anónimo dijo...

Que belleza Catia, tus palabras son, como siempre, un mimo para el alma.
te amo mas que siempre
tu Nat