Hay momentos en que nuestras acciones -el ir de aquí para allá, el hacer esto o aquello- se desenvuelven tan fácil y libre que nos parece como si todo pudiera ser de otro modo. En otros momentos, en cambio, todo aparece como rígido e inmutable, como si nada fuera libre o fácil y hasta nuestra respiración parece determinada por poderes extraños y por un destino fatal.
Las acciones llamadas "buenas" y de las cuales hablamos con placer, corresponden en general a ese tipo "fácil" y son las que olvidamos rápidamente. En cambio, los actos cuya evocación nos molesta, nunca llegamos a olvidarlos. En cierto sentido, son más nuestros que de los otros y llegan a proyectar sombras que se prolongan sobre todos los días de nuestra vida.
Herman Hesse, Alma de niño
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